lunes, 19 de enero de 2009

Angera, Italia

Custodiando la parte lombarda del Lago Mayor (Lago Maggiore), prácticamente al pie de los Alpes, se encuentra esta pequeña población de aire medieval, con sus calles sin aceras y sus Fiat circulando a ciento veinte por callejuelas de tres metros de ancho (es una pequeña licencia hiperbólica, sí, pero...)

El estar al pie de los Alpes se tiene que notar en la vegetación...

En Angera tuve la oportunidad de descubrir los verdaderos árboles boxeadores de Harry Potter. Los hay por todas partes.

El castillo de la Rocca dei Borromeo (los Borromeo fueron una familia que dominaron la población desde el Renacimiento) domina la villa,

mientras que su pequeño puerto le proporciona la salida al Lago Mayor, que en ocasiones se viste de gala para deleite de turistas y paisanos. No obstante, la presencia de nieblas en invierno y mosquitos en verano es de tener en cuenta.

domingo, 4 de enero de 2009

New York, New York



Es inevitable traer a la memoria a "la voz" cantando su eterno New York, New York cuando se habla de esta ciudad, aunque he preferido esta canción de Gene Kelly y Sinatra de On the town porque es como una visita turística y se parece mucho a lo que vimos.

Es una ciudad un poco extraña, llena de contrastes, donde parece que todo está normatizado y cada cual cumple su función; eso sí, su función y nada más... Le preguntamos a una agente de tráfico por una calle y no supo/no quiso responder. Ella regula el tráfico y punto.


Estos de abajo sí que no sabían de calles: vigilaban una manifestación de tibetanos que se desgañitaban al grito de Free Tibet! Free Tibet! enfrente de la embajada china.


Estados Unidos es un país de símbolos, pero New York es ya un símbolo en sí misma. No obstante, aquí van tres, para empezar: Miss Liberty, el Empire State Building, sin King Kong, y las barras y estrellas, que salen en toooodas las películas gringas, pero es que es normal porque está por toooodos lados.


Nueva York es una ciudad muy muy joven, al menos para los patrones europeos: ni siquiera tiene cien años en su configuración actual, y extraña ver construcciones con sabor colonial entre tanto hormigón, acero y cristal.


También es extraño que una ciudad tan nueva aparezca un poco sucia y maloliente. Es la verdad. Así mismo, muchos edificios, aceras, calzadas, infraestructuras públicas... parecen y son, viejos y sucios. Eso me recuerda a capitales europeas como Bruselas o Londres, donde a veces uno tiene la sensación de estar en plena era del acero y el carbón. No todo van a ser críticas, claro. Nueva York ofrece un gran espectáculo a quien la visita. Sólo hace falta ver el famoso skyline de su distrito financiero:


Faltan las torres gemelas, desgraciadamente. Ahora sólo hay un boquete enorme y tres mil y pico familias sin sus seres queridos:


Eso sí, hay que reconocer en los estadounidenses, una capacidad de superación inmensa, que seguramente ha hecho de su país la primera potencia mundial, es decir, el imperio que toca (antes les tocó a los sumerios, egipcios, babilonios, griegos, romanos, musulmanes, chinos -a estos les va a tocar dos veces-, mongoles, turcos, aztecas, mayas, españoles, franceses...) Cada cosa en su momento.

Como muestra un botón: para curar sus heridas cualquier excusa vale. En este caso se trata de un memorial a las víctimas del 11-S, colocado en una valla cualquiera y consistente en placas de cerámica hechas por niños en recuerdo de sus muertos.


Volvamos a sus variopintos distritos, a cual más curioso, como Chinatown, aunque sin olvidar que estamos en la tierra de la hamburguesa:


Otro punto no menos emblemático y que sin duda ofrece un enorme contraste con lo que le rodea es Central Park, verdadero pulmón de Manhattan:


De todos modos, si hablamos de distritos distintivos, es imposible no mencionar Times Square, entre la séptima y Broadway. A rebosar de neones gigantes, incluso en pleno día, ofrece todo un espectáculo por fuera y por dentro: el color de los neones y las funciones de teatro y mil y un otros atractivos, como el museo Madame Tussaud´s de figuras de cera, mucho mejor que el londinense, aunque a éste hace quince años que lo visitamos.


Y si Times Square es un espectáculo desde abajo, no lo es menos desde arriba. La azotea del Empire State Building ofrece una vista nocturna espectacular de la ciudad y Times Square destaca como un cañón de luz (y de despilfarro) entre rascacielos:


Algo menos agresiva es la vista de Queens y Brooklyn bajo la luna llena:


Aunque, no lo neguemos, los símbolos son los símbolos, y una estampa del Empire State tras el puente de Brooklyn puede ser impagable.